El sonado fracaso de WeWork, una vez considerada la estrella en ascenso del mercado del coworking, ha generado preguntas sobre la sostenibilidad de este modelo de negocio. Sin embargo, es crucial entender que el tropiezo de este no debe interpretarse como un presagio para el conjunto de la industria del coworking a nivel mundial.
Aunque la empresa americana experimentó problemas internos y una valoración exagerada, su declive no implica que el concepto de coworking esté en peligro. Por el contrario, el fracaso de WeWork ha llevado a una revisión más profunda y prudente de las estrategias empresariales en la industria.
Para poder entender un poco la situación con lo sucedido, y el verdadero negocio del coworking es tan fácil como repensar la frase de que “cuando se trata de finanzas es mejor ser aburrido.” Obviamente, cualquier negocio donde se gaste más de lo que se gana, está condenado al fracaso y, justamente fue esto lo que llevó a la empresa a la bancarrota; se le ofrecía al cliente servicios por encima de las posibilidades de la empresa, sin mencionar otras cuestiones como tener un CEO que solo mire por sus intereses personales sin cuidar las finanzas de su compañía.
Otras empresas de coworking, al observar los errores de WeWork, han reevaluado sus modelos de negocio, como el caso de La Fábrica Coworking en Madrid, adoptando un enfoque más sostenible y centrándose en la rentabilidad permanente. Este ajuste estratégico fortalece la resiliencia del sector y demuestra su capacidad para aprender de los desafíos.
Los centros de La Fábrica Coworking se centran en el principal valor diferencial de un coworking como negocio inmobiliario, y no es más que brindar al cliente un espacio flexible con todos los servicios a su alcance y por un precio muy económico y competitivo dentro del mercado. Es tan simple como ofrecer una Oficina Privada o un HotDesk, Salas de Reuniones y Aulas de Formación con todo ya listo para que las empresas solo se tengan que preocupar por su trabajo.
Las diferentes empresas de coworking, muchas de las cuales operan a nivel global, diversifican el riesgo y evitan depender en exceso de un solo modelo de negocio o ubicación. En el caso de La Fábrica, por el momento, se ha logrado expandir por las ubicaciones con más demanda de Madrid como Chamberí, Cuatro Caminos, en las zonas de Cuzco, Azca, Parque de Berlín y Barrio de Fuencarral, por la fácil conexión que pueden tener sus clientes con otras empresas. Esto crea una red más resistente que no se ve afectada por las vicisitudes de una sola entidad.
Además, la demanda de espacios de trabajo flexibles sigue en aumento. La pandemia ha acelerado la adopción del trabajo remoto, generando una mayor necesidad de entornos de trabajo flexibles y colaborativos. Empresas más pequeñas y profesionales independientes ven en los espacios de coworking una solución ideal para satisfacer sus necesidades de espacio sin comprometer la flexibilidad.
En resumen, el fracaso de WeWork ha servido como una llamada de atención para la industria de coworking. En lugar de ser un golpe devastador, ha impulsado una adaptación más cuidadosa y estratégica. La demanda persistente de espacios de trabajo flexibles y la capacidad de otras empresas de aprender de estos errores sugieren que el negocio del coworking no solo es resiliente, sino que también está listo para evolucionar y prosperar en el cambiante panorama laboral.